CAPÍTULO 2. ESTUDIO NUMISMÁTICO DEL DEPÓSITO MONETARIO.



 * extraido de:

Ocultamiento de monedas del siglo III d. C. procedente del Cortijo de Acevedo, Mijas, Málaga. *

Marcelino Carcedo Rozada, Juan R. García Carretero  y Juan A. Martín Ruiz
Edita: Museo Histórico Etnológico de Mijas. Ayto. de Mijas. 2007. ISBN:978-84-606-4357-9                 
El presente trabajo corresponde al II Premio de Investigación Histórica y Etnográfica Villa de Mijas de 2005.
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CAPÍTULO 2. ESTUDIO NUMISMÁTICO DEL DEPÓSITO MONETARIO.*
2. 1. EL DESCUBRIMIENTO ARQUEOLÓGICO. 
Es necesario señalar que realmente es muy poco lo que sabemos sobre el contexto en el que aparecieron estas monedas. Las escuetas noticias orales que nos han llegado, y que recogemos con la debida prudencia, aluden a que éstas se encontraron al abrir una zanja para la canalización de un arroyo en un espacio situado muy próximo a los enterramientos, tal vez incluso en la misma zona de necrópolis, extremo imposible de confirmar puesto que ésta nunca fue excavada y desconocemos por tanto su extensión y límites precisos (IMÁGENES).
 
 Figura 13. Lugar del hallazgodel ocultamiento monetario. 
En el mismo lugar, hoy ya ocupado por las instalaciones funerarias modernas, habría aparecido una losa de pizarra de forma rectangular que no había sido trabajada, pero que mostraba en una de sus caras algunas pequeñas marcas circulares de color verdoso producidas por la oxidación del metal. De ser así, ¿pudo esta losa servir como elemento de delimitación del ocultamiento?. Ello no debe resultarnos extraño, puesto que era habitual que se eligiesen a tal efecto lugares de lo más recóndito como desagües, interior de muros, suelos... (Martínez, 1995-97: 153), sin olvidar que el lugar elegido, junto o entre las sepulturas, no puede ser más adecuado como por otra parte se demostró al haber llegado hasta nuestros días. Ahora bien, si tenemos en consideración la presencia de algunos pequeños restos de elementos vegetales en dos de las piezas y la aparición de varios grupos de monedas unidas por la oxidación, no cabe descartar que éstas fuesen reunidas en alguna bolsa antes de ser escondidas finalmente bajo tierra, extremo que no debe sorprendernos si tenemos en cuenta que, para esta misma centuria, se conocen casos en los que se piensa hubo de utilizarse un receptáculo vegetal de esta índole (Gozalbes, 1996-97: 600).
Sea como fuere, no debemos pensar que nos encontramos ante un caso único, puesto que en el yacimiento portugués de Corredoura el interior de un enterramiento había servido para ocultar un pequeño tesorillo compuesto por cinco monedas de Galieno, Claudio II y Tétrico I, emperadores que también integran el hallazgo mijeño, lo que situaría este suceso por las mismas fechas que el que aquí presentamos (Martínez, 2000-2001: 304).


2.2. CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA DEL HALLAZGO.
            Las monedas aquí publicadas ofrecen bastante homogeneidad cronológica por cuanto pertenecen a cinco emperadores y una miembro de la familia imperial adscribibles a un momento histórico muy determinado, como es el turbulento tercer cuarto del siglo III d. C., período del que tendremos ocasión de hablar más adelante. De esta forma en las efigies acuñadas vemos los rostros de Galieno, quien reinó desde el año 253 al 268 en que murió asesinado junto a su esposa Salonina, de la que se sabe muy poco y que también está presente, así como Claudio II el Gótico, llamado así por la gran victoria que obtuvo frente a los godos, el cual gobernó desde esa fecha hasta dos años más tarde, sin olvidar al fugaz Quintilo (septiembre a diciembre del 270 d. C.), o a Tétrico I y Tétrico II, quienes hicieron lo propio entre el 270 y el 273/274, y cuyas imitaciones se datan con posterioridad a esa última fecha.     
Antes de proseguir analizando el contenido de este ocultamiento creemos oportuno esbozar, siquiera a grandes rasgos, los principales acontecimientos que tuvieron lugar durante este período de tiempo, algo que sin duda nos permitirá aprehender con mayor facilidad las circunstancias que rodearon las emisiones de cada uno de estos emperadores.
Como es bien sabido Publius Licinius Egnatius Gallienus, esposo de Cornelia Salonina, era hijo del emperador Valeriano I, quien lo había asociado como Augusto en el mando del Imperio a los pocos meses de su ascenso al trono imperial. Tras la muerte de Valeriano, capturado y humillado por los persas en 260, Galieno asume el poder en solitario, si bien a renglón seguido debió enfrentarse a la sublevación que en 258 había encabezado Póstumo, quien llegó a conformar el llamado Imperio Galo compuesto en un primer momento por las provincias de Galia y Britania, pero a las que pronto se sumó Hispania. Hasta el 262 Galieno luchó contra este usurpador, llegando a perder en la contienda con los rebeldes galos a su hijo Salonino, así como contra Macriano y Quieto que se levantaron en Oriente. Sin embargo, ese mismo año una invasión franca le obligó a defender el norte de Italia y abandonar las hostilidades contra Póstumo. Lo cierto es que, a pesar de la férrea defensa mantenida, no pudo evitar que los francos cruzaran en 264 los Pirineos por la Galia Narbonense, llegando en sus correrías hasta el continente africano. Su muerte fue tramada cuatro años más tarde por una serie de oficiales de Iliria entre los cuales se contaban los futuros emperadores Claudio II y Aureliano (Sear, 1981: 250).
Tras fallecer Galieno fue proclamado nuevo emperador en Septiembre de 268 Marcus Aurelius Claudius Gothicus, conocido como Claudio II el Gótico gracias a la gran victoria que logró en Naissus sobre un enorme ejército godo que asolaba las provincias situadas entre el Mar Negro y los Balcanes. Tan sólo unos meses después repelió a las hordas de alamanes que amenazaban la Península Itálica y a continuación asestó un golpe casi definitivo contra los usurpadores del Imperio Gálico, recuperando Hispania y allanando el terreno a Aureliano, quien lo restituiría por completo tres años más tarde. Cuando preparaba una campaña contra los vándalos que asolaban Panonia, falleció repentinamente a causa de la peste en enero del año 270.
Ello significó el nombramiento de su hermano Quintilo, Marcus Aurelius Claudius Quintillus, como emperador, aunque solamente logró mantenerse en el poder durante unos pocos meses hasta que, ante el abandono de las mismas legiones que poco antes le habían apoyado, optó por suicidarse. Así pues, Aureliano se convirtió en el nuevo gobernante del Imperio en diciembre de ese mismo año. A la postre sería él quien en 273 acabaría con la sublevación iniciada por Póstumo cuando en el Imperio Galo gobernaba Tétrico I, muriendo dos años después no sin antes perdonar la vida a Tétrico y su hijo, Tétrico II.
A pesar de que esta sublevación gala fue, como se ha señalado (Ripollés, Gozalbes, 1998: 73-74), el acontecimiento político más importante acaecido en las provincias occidentales del Imperio en la segunda mitad del siglo III d. C., lo cierto es que aún persisten puntos oscuros sobre su influencia y alcance cronológico en nuestra Península. Ello se debe en gran medida a que la única fuente literaria romana con que contamos para conocer este período, como es la Historia Augusta, fue redactada a finales del siglo IV y describe un panorama ya tardío en el que gobernaba Tétrico, cuando Hispania estaba otra vez bajo el control de Roma y de sus motivaciones ideológicas. Posiblemente, y a juzgar por la evidencia epigráfica volvió a estar bajo el mando imperial desde 268 con Claudio II. Aunque parece probable que partes de Hispania se integrasen dentro del Imperio Galo bajo el dominio de Póstumo, en particular la Tarraconense, no hay unanimidad a la hora de aceptar también que este control haya sido ejercido sobre la Bética y Lusitania (Ripollés, Gozalbes, 1998: 74).



2.3. COMPOSICIÓN Y METROLOGÍA.
Como ya indicamos en la introducción a estas páginas, y como lamentablemente suele ser un hecho habitual en este tipo de descubrimientos (Martínez, 1995-97: 152), a pesar de las intensas gestiones emprendidas no ha sido posible estudiar la totalidad de monedas que integraban el hallazgo, que según parece rondaría los mil quinientos ejemplares, de tal forma que sólo hemos accedido a setecientas noventa, aproximadamente la mitad. Por ello, y a la espera de que en el futuro puedan ser estudiadas nuevas piezas, es necesario tener en consideración este hecho a la hora de valorar las conclusiones del estudio que podamos realizar, pues su aparición puede hacer variar la imagen que ahora tenemos del mismo.
La agrupación de contenido del depósito monetario en función del emperador que ordenó su emisión o en honor de quien fueron acuñadas queda de la siguiente forma:



EMPERADOR/FAMILIA IMPERIAL

NÚMERO MONEDAS
PORCENTAJE

GALIENO

15
1,9 %

SALONINA

2
0,2 %

CLAUDIO II EL GÓTICO

40
5,1 %

QUINTILO

1
0,1 %

DIVO CLAUDIO

715
90,6 %

IMIT. TÉTRICO I/TÉTRICO II

17
2,1 %

TOTAL

790
100 %

Figura 15. Porcentajes de hallazgos en función del emperador.


Desde el punto de vista del tipo de monedas localizadas en este ocultamiento cabe señalar la presencia absoluta de antoninianos, algo bastante habitual tras el reinado de Galieno como podemos percibir en numerosos hallazgos repartidos por prácticamente toda la Península Ibérica (Vidal, 1983: 374; Mora, 1982-83: 253-254; 2001a: 441; Lechuga, 2002: 201-202). Como es bien sabido esta moneda, denominada así en honor de M. Aurelio Antonino, más conocido como Caracalla, fue creada por éste el año 215 llegando a sustituir al denario de plata, al que doblaba en valor facial, a mediados del siglo III de nuestra Era. También se denominan radiados a causa de la corona que llevan los emperadores, que parece aludir a su personificación terrestre como dios-sol. En los retratos femeninos se simboliza con un creciente bajo la emperatriz como referencia a la diosa-luna, tal y como vemos en los ejemplares de Salonina (Sear, 1981: 21). Aunque en un principio fue recibido con bastante desconfianza, particularmente en Hispania (Blanco, 1986: 20-21), lo cierto es que desde 230/240 el antoniniano se impuso en todas las pequeñas y medianas transacciones comerciales que se llevaron a cabo a lo largo y ancho de todo el Imperio (Hinojosa, 1995: 93). Tal fue su trascendencia que, cuando emperadores como Aureliano en 275 y Diocleciano veinte años más tarde pretendan reformar este frágil sistema financiero introduciendo en el mismo monedas de mayor y mejor ley, éstas circularán poco y serán rápidamente tesaurizadas dada su calidad, hecho ocasionado en gran medida por la gran continuidad que tuvieron los devaluados antoninianos de Galieno, Claudio II y los consagrados a este último, conocidos de manera genérica como Divo Claudio, junto con sus imitaciones (Ripollés, 2002: 210).
Es éste un aspecto que muestra una estrecha relación entre el ager suelitanus y el constatado para varias urbes de la Tarraconense (Lledó, 2004: 124), donde el antoniniano gozará de una amplia perduración temporal, como tendremos ocasión de comprobar al final de este capítulo.
En cuanto a su composición podemos decir que es, desde el punto de vista del material empleado, muy uniforme por cuanto todas las monedas son de cobre o bronce, extremo que parece puede hacerse extensivo a las restantes no estudiadas, con las lógicas reservas que debemos tener en este sentido. Sin embargo, una moneda de Quintilo conserva aún en su superficie algún resto de plata, lo que nos habla acerca de monedas de bronce recubiertas con un fino baño de este metal. Esta circunstancia fue muy común a partir de las emisiones de Galieno dada la enorme pérdida de calidad que alcanzaron las amonedaciones en plata (Avella, 1980: 26). Se trata de la gran inflación que afectó al Imperio entre los años 260 y 275 y que favoreció un descomunal incremento de la masa monetaria (Centeno, 1981-82: 122), masa en la que desde entonces dominará de forma absoluta el bronce frente a otros metales en lo que se ha dado en llamar el fin del “plurimetalismo monetario” (Blanco, 1986: 20; Hiernard, 1987: 72 y 95). Otro síntoma inflacionario fue la práctica desaparición de los grupos monetarios altoimperiales en bronce -ases, dupondios y sestercios- por superar el valor metálico al facial (Ripollés, 2002: 208). Aunque desde Septimio Severo hasta Galieno el poder adquisitivo de la moneda se mantuvo más o menos estable, ello no fue obstáculo para que las acuñadas en plata viesen disminuir progresivamente su proporción hasta que, con posterioridad al 256, en especial con los antoninianos de Claudio II, su calidad disminuyó drásticamente hasta llegar a convertirse, como decimos, en poco más que pequeñas piezas de bronce o en su mayoría cobre recubiertas de un ligero baño plateado (Walbank, 1987: 103; Hinojosa, 1995: 107). Tan es así que el antoniniano pasó de tener un 50% de plata a tan sólo un 1% en tiempos de Galieno y Claudio II, algo que llegó a sus máximas cotas en las piezas emitidas tras la muerte de este último y cuya composición estaba formada por una mezcla de cobre, plomo y cinc a la que se añadían no pocas impurezas (Blanco, 1986: 20; Arroyo, 1982: 132).
Como podemos advertir en el cuadro siguiente el peso medio de estos antoninianos se inscribe dentro de los parámetros que cabría esperar de un numerario devaluado y acuñado sobre cospeles muy reducidos. Tan sólo oscilan en torno a los dos gramos las piezas de Galieno y Salonina, Claudio II y los Divo Claudio con reversos de alegorías. El grupo mayoritario de reversos CONSECRATIO no sobrepasa el gramo y medio, reflejando que se trata de una emisión no oficial muy por debajo del estándar de las acuñaciones imperiales.





EMPERADOR / FAMILIA IMPERIAL
NÚM. MONEDAS
PESO MEDIO (gr.)
GALIENO
15
1,8
SALONINA
2
2,0
CLAUDIO II
40
2,0
QUINTILO
1
1,7
DIVO ANV. HÍBRIDO
8
1,7
DIVO REV. HÍBRIDO
7
2,0
DIVO REV. ÁGUILA
287
1,4
DIVO REV. ARA CUA.
250
1,5
DIVO REV. ARA GUIR.
162
1,4
DIVO REV.  INCUSO
1
1,4
IMIT. TÉTRICOS
17
1,7
TOTAL
790
1,7

Figura 16. Pesos medios distribuidos por emperadores y tipos.



Una cuestión a reseñar es la existencia de amonedaciones póstumas que en nuestro caso alcanzan una gran relevancia dado que representan el 90,8 % del total estudiado. Tal acontece sobre todo con las de Claudio II, cuya presencia es realmente abrumadora (90,6 %), las cuales fueron realizadas obviamente tras la muerte del emperador, aspecto que no pocas veces dificulta establecer con precisión quién y cuándo se ordenó su acuñación. En la actualidad se considera que éstas se deben en su mayor parte a Aureliano (Campo, Gurt, 1980: 132; Ripollés, 2002: 208), sin descartar que las primeras acuñaciones fueran ordenadas ya por Quintilo a pesar de lo fugaz de su reinado (Centeno, 1981-82: 123). Otro tanto sucede con las imitaciones que se hicieron de los numismas de Tétrico I y II, el 2,1 % del total, de las que el 0,2% son póstumas. Se ha sugerido que fueron fabricados también en tiempos de Aureliano, después del 274, una vez que Tétrico II había hecho efectiva su rendición (Ripollés, 2002: 208), lo que no significa que algunos autores consideren que las primeras pudieron haberse acuñado también durante el breve reinado de Quintilo (Blanco, 1986: 29).
Nos hallamos, pues, ante una serie de numismas que pertenecen a lo que se ha dado en llamar “emisiones de imitación”, que en Hispania serán enormemente corrientes sobre todo en la franja costera mediterránea, síntoma de que la actividad monetaria no cesó en esta zona a pesar de la progresiva disminución de la masa monetaria oficial (Marot, 2000: 799).  
Esta abundancia de acuñaciones póstumas en honor a Claudio, la mayor parte de ellas claras imitaciones y que vemos en diversos lugares del occidente del Imperio, sigue suponiendo un enigma para los investigadores sobre el tema, ya que aún no está claro si la popularidad de estos tipos monetarios, cuyos ecos se reflejan incluso en las series conmemorativas acuñadas por Constantino, fue debida a la gran victoria que obtuvo sobre los godos, lo que le valió el epíteto de Gótico, o bien estuvo motivada por cuestiones políticas como sería la vuelta de Hispania al control de Roma, hecho que tuvo lugar bajo su mandato (Hiernard, 1987: 75), aunque ciertamente pensamos que esta última hipótesis no explicaría satisfactoriamente su abundancia en otros puntos como pueden ser el norte de África, la Galia o Britania. En todo caso, parece que fue a partir de los años 274-275 cuando se produce la irrupción masiva por parte de este numerario (Centeno, 1981-82: 124).
Pero incluso tal vez sea posible señalar la existencia en este conjunto monetario de otras imitaciones menos conocidas de monedas de Galieno (nº 9), con toda seguridad ejecutadas en talleres provinciales, y que también encontramos en algunos puntos de la Tarraconense (Arroyo, 1982: 142).
Así pues, a tenor de las monedas estudiadas podemos decir que este hallazgo se inserta en la misma tendencia observada en otros lugares como Baelo Claudia o Conimbriga, respecto a la preponderancia que tienen en Hispania las monedas acuñadas por emperadores afincados en la ciudad eterna, a pesar de que esta provincia posiblemente se encontraba bajo el gobierno de los usurpadores galos (Vidal, 1983: 374-375), cuyas amonedaciones son realmente muy escasas (Hiernard, 1987: 74). Sin embargo, este hecho no oculta la gran diferencia que se establece entre las dos ciudades antes mencionadas respecto a la alta representación que alcanzan los Divo Claudio y sus imitaciones, muy abundantes en Baelo donde las emisiones póstumas de este emperador acaparan más de la mitad de la masa monetaria del momento (Hiernard, 1987: 75-76). En este sentido es significativo el paralelismo que puede establecerse con el registro proporcionado por el norte de África, donde estas monedas serán muy abundantes en diversos yacimientos de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia (Callu, 1974: 524-528).
Muy interesante es, así mismo, señalar la aparición de una serie de numismas que corresponden a lo que se ha dado en llamar imitaciones “bárbaras” o, más apropiadamente gálicas, al haber sido acuñadas en nombre de los emperadores que gobernaron sobre Galia, Hispania y Britania en rebeldía frente al emperador de Roma. En concreto, y referidas a nuestro caso, las piezas corresponden a copias de Tétrico I y Tétrico II, si bien la mayor parte de nuestras imitaciones pertenecen a monedas de Claudio II el Gótico. Los antoninianos de Claudio II y de estos usurpadores fueron abundantemente imitados por cecas no oficiales casi con toda seguridad locales o regionales (Hinojosa, 1995: 108; Ripollés, 2002: 209), lo que no significa que estas emisiones no fuesen consentidas por el poder (Blanco, 1986: 24). Estas se denominan radiados bárbaros –barbarous radiates- en la bibliografía anglosajona (Sear, 1981: 268), al haberse documentado una serie interminable de tesorillos de esta época en Gran Bretaña. Aunque en algunas ocasiones son copias razonablemente buenas de los originales, muchas otras son grotescas, bastante más pequeñas que las emitidas de forma oficial y en las que se aprecian múltiples errores de acuñación. La importancia de estos antoninianos es grande, pues la abundancia con que fueron acuñados hizo que tuviesen una larga vida, de manera que el alto número con que aparecen en este hallazgo no hace sino ajustarse a los parámetros de la circulación monetaria del momento (Hinojosa, 1995: 109; Ripollés, 2002: 209).
Llegados a este extremo cabría interrogarse acerca de la naturaleza del descubrimiento, para lo que resulta conveniente determinar si se trata de un tesorillo o bien nos encontramos ante un depósito, pues cada uno tiene sus propias implicaciones. Si examinamos su composición podremos apreciar cómo se trata en todos los casos de ejemplares de cobre o bronce de bajo valor en cuanto a su ley, siempre con la salvedad de no conocer la totalidad del mismo. En consecuencia responde más a lo que se denomina un depósito u ocultamiento que a un tesorillo, pues en este último caso se constataría la existencia de un proceso de tesaurización de monedas de buena ley, lo que significa que se trata de un descubrimiento idóneo para conocer la circulación monetaria del momento (Campo, Gurt, 1980: 130).



2.4. CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS DE LAS ACUÑACIONES.
Dedicaremos este nuevo apartado a examinar la información que desde el punto de vista técnico puede facilitarnos el detenido análisis de los numismas recuperados, sin que olvidemos que la mala calidad y ejecución de estas emisiones propiciaron la existencia de múltiples errores de acuñación que podemos apreciar en muchas de estas monedas, siendo éste un extremo que se refleja en multitud de aspectos en los que nos detendremos a continuación.
Previamente debemos indicar que la elaboración de los cospeles fundiendo el metal puede apreciarse en algunos ejemplares donde no se eliminó el vástago o vástagos que se producían en el canal por donde penetraba el metal fundido hacia el molde. Así, si sólo existía un canal de entrada se aprecia un apéndice y si contaba además con canal de salida presenta dos (figura 17). En algunos casos estos módulos podrían proceder de barras de sección circular que eran cortadas para producir cospeles, mientras que en otros se reducen a simples láminas de metal con un peso mínimo (0,6 gr.) (Villaronga, 1979: 36-37). 
 

Figura 17. Vástagos de fundición, con restos de entrada y salida del metal.

El proceso de fabricación era rápido y descuidado por lo que habitualmente encontramos impresiones muy débiles, otras descentradas ocupando sólo parte del reducido módulo, o bien perforaciones debidas al mínimo grosor (nº 33).También vemos cuños rotos como en el reverso nº 18 y el anverso nº 33, entre otros, donde la leyenda se interrumpe quedando un espacio vacío que no parece impreso, ni siquiera débilmente, e incluso existe una pieza, la nº 673, que se acuñó sobre un cospel muy grueso a todas luces irregular puesto  que su peso -4,4 gr.- triplica el de su grupo.
Ya dentro de los errores de acuñación comenzaremos por las llamadas monedas incusas, cuyo proceso de formación comenzaba cuando una moneda recién acuñada no se desprendía de la matriz y, por tanto, quedaba adherida a ésta durante la siguiente impresión. Esta segunda pieza recibía entonces la impronta de la moneda en vez de la del cuño, produciendo un incuso en negativo de la moneda anterior. Normalmente son el resultado de que el metal quedara fijado al cuño superior, que grababa el reverso, y por tanto la mayoría de ellos muestran un incuso del anverso en lugar del habitual reverso (Villaronga, 1979: 38). Los incusos del reverso son más raros, dado que la moneda adherida resultaba claramente visible en el cuño inferior y podía ser retirada con mayor facilidad. Un perfecto ejemplo de lo que decimos nos lo muestra nuestro ejemplar nº 773 (figura 18), el cual presenta en el reverso el busto de Claudio II en negativo. 

 
Figura 18. Reverso incuso de Claudio II marcado en la imagen derecha.


Así mismo, entre las numerosas deficiencias técnicas que presentan estas piezas se encuentran gran cantidad de reversos con la impronta en negativo del anverso. Sobre todo se aprecian los radios de la corona y, en ocasiones, el perfil del busto. De entre los reversos del águila citaremos los nº 90, 162 (figura 19), 280 y 281, y los nº 418 y 694 de la serie del ara.

 
Figura 19. Reverso incuso con contorno marcado en la imagen derecha.


Tradicionalmente se ha considerado que estos reversos incusos se explican debido a que, una vez apreciado el error por el operario del taller, eran reacuñados sin que desaparecieran totalmente algunas partes del negativo. Sin embargo, es posible que dichos fallos se expliquen por el choque de las matrices al desprenderse el cospel de entre ellas. De esta forma, el impacto marcaba el diseño fijo del anverso, más duro al ser de hierro, sobre el cuño superior del reverso que solía ser de bronce y, por tanto, más blando. Sin embargo, ello no es obstáculo para que la utilización de cuños móviles, aún siendo del mismo material, pueda dar como resultado este mismo fenómeno.
La pieza nº 116 parece presentar una reimpresión en el reverso, ya que a la izquierda del águila se aprecia uno de los radios del busto del anverso y en la leyenda leemos CVO (secra) TIO, donde la V y la O corresponderían a la leyenda del anverso.
Otro defecto de impresión se produce cuando el cospel se desplaza, según se advierte en el anverso de la moneda 442, el reverso de la 703 y anverso y reverso de la 742. Ello es debido al movimiento que experimentaba el cospel entre dos de los golpes a los que era sometido el cuño superior.
           También se documenta la presencia en no pocas ocasiones de epigrafía irregular. Ésta aparece sobre todo, y como elemento característico, en las imitaciones de los Tétricos con varias leyendas ilegibles que en los peores casos se componen únicamente de círculos, eses y trazos verticales. Es también frecuente en las emisiones de consagración de Claudio II, algunos de cuyos ejemplos más significativos detallamos a continuación. Estos errores cometidos al grabar sobre las matrices las leyendas de los anversos son la aparición de la L de CLAVDIO invertida (nº 195 y 205), o que la letra A aparezca habitualmente como una H, según sucede, por ejemplo, en la nº 307 donde además la L se convierte en una C. Por otra parte en la nº 546 se lee CLIVDIO, mientras que en la nº 556 la L aparece como una T girada 90º a la izquierda. Por lo que respecta a los reversos encontramos la omisión de algunos caracteres como en el caso de la nº 277, donde vemos escrito (cons)ECRATO, la nº 572: (con)SECRTIO, o la nº 592 donde se escribió C(on)SECRAIO. Todo ello sin olvidar que en la nº 427 se lee CONSACRATIO y que la nº 605 presenta una N retrógrada.
              Finalmente contamos con dos ejemplos de cuños idénticos tanto en anverso como en reverso, aunque no descartamos que el conjunto pudiera contener algunos más que aún no han sido detectados. Los dos primeros (nº 203 y 211) corresponden al reverso del águila y los otros al del ara (nº 554 y 720). Aunque la variedad de cuños es amplísima entre las casi ochocientas monedas documentadas, estas coincidencias podrían hablarnos quizás acerca de la procedencia de un determinado taller del que habrían salido estas producciones.



2.5. CECAS Y OFICINAS.  
Antes de nada hemos de indicar que son escasísimos los datos que nos proporcionan estas monedas si lo que pretendemos es examinar las ciudades en las que fueron acuñadas, ya que este conjunto únicamente dispone de una quincena de signos referentes a oficinas. Las marcas de ceca, que no aparecen en nuestros ejemplares, comenzaron a incluirse en el reinado en solitario de Galieno y no fue hasta el siglo IV cuando Diocleciano amplió el número de talleres y generalizó la práctica de indicar la ceca y sus oficinas en los exergos (Webb, 2001: 15).
La investigación actual se inclina a considerar que las monedas de Galieno y Claudio II fueron realizadas con toda seguridad fuera de nuestra península, la mayor parte en la ceca de Roma como reflejan tanto el tesorillo de Martos (Padilla, Marín, 2001: 408) como los resultados obtenidos en las excavaciones practicadas en Baelo (Hiernard, 1987: 70), extremo que podemos constatar en nuestro caso.
            En cuanto a las emisiones póstumas de Claudio, y en especial a las imitaciones, es preciso señalar el desconocimiento que se tiene en este sentido (Ripollés, 2002: 209), salvo que se trata de talleres no oficiales, posiblemente locales o regionales (Marot, 2000: 799) que vendrían a copiar los tipos más aceptados o que tenían una mayor circulación en ese momento (Marot, 2000: 800). En el caso de Baelo se descarta un origen galo, inclinándose en cambio por una procedencia norteafricana dada la abundancia que estas imitaciones tienen allí (Hiernard, 1987: 76). Sin embargo, creemos que nada excluye que estas monedas pudieran haber sido acuñadas en la Península Ibérica, tal vez incluso en la propia Bética, si tenemos en cuenta la elevada proliferación que estos ejemplares tienen a este lado del Estrecho.
            Debemos recordar que durante esta centuria, al igual que acontecerá en el siglo siguiente, Hispania careció de cecas oficiales, algo que ha sido explicado en función de la inexistencia de guarniciones militares aquí asentadas (Arce, 1986: 129), por lo que todo el numerario oficial que llegaba era emitido en otros puntos del Imperio, ya sea en talleres orientales como Antioquia o Cizico, u occidentales (Roma, Milán, Siscia, etc.).
            Algunos autores han propuesto que estas emisiones de poca calidad artística debieron llevarse a cabo en campamentos militares (Arroyo, 1982: 132), al considerar que fue el pago a las legiones lo que motivó su acuñación, algo que se hace extensible incluso al propio tipo monetal, el antoniniano (Campo, Gurt, 1983: 133). Otros, en cambio, se muestran reacios a aceptar tal propuesta al considerar que en Hispania nunca hubo un volumen de tropas suficientemente elevado como para justificar tal aseveración como acabamos de indicar (Arce, 1986: 129).
            Ante la escasez de marcas de cecas en estas monedas, tal vez un minucioso examen de las leyendas de los reversos monetarios pueda sernos de utilidad para intentar discernir la ciudad y la cronología en las que fueron emitidas. Así, las monedas de Galieno y Salonina nos remiten a la cuarta emisión efectuada por la ceca de Roma en 266-267 de nuestra Era, como son IOVI PROPVGNAT (nº 5 y 6), MARTI PACIFERO (nº 7), PROVID AVG (nº 11), VBERITAS AVG (Nº 14 y 15) y FECVNDITAS AVG (nº 16 de Salonina), así como a la quinta emisión de 267-268 d. C., caso de las que muestran el texto SOLI CONS AVG (nº 13) y DIANAE CONS AVG (nº 1-3), siendo esta última la denominada del “bestiario” por la profusa aparición de animales en sus reversos (Arroyo, 1982: 138-140).
De las sesenta y cinco monedas susceptibles de portar la marca de ceca u oficina, es decir exceptuando las emisiones con reverso CONSECRATIO y las imitaciones, tan sólo catorce de ellas lo hacen en el campo -10 a la derecha y 4 a la izquierda- y una en el exergo. En ellas aparecen la letra A y la Δ (delta) en tres ocasiones, una vez la Є (epsilon), la Γ (gamma) y la ς (digamma), dos veces los numerales Η y XI y una vez el X y el XII. La ubicación de las marcas en el exergo (nº 13) se puso en práctica en las últimas emisiones de Galieno y su emplazamiento en el campo derecho, más frecuente, o izquierdo diferenciaría distintas series de la misma oficina. Bajo este último emperador se utilizaron los numerales griegos cuando la ceca de Roma ya contaba con doce officinae (Webb, 2001: 21). Todo ello se refleja en las figuras 20 y 21 donde se exponen asociadas a los distintos emperadores.



EMPERADOR /FAMILIA IMPERIAL
REVERSO
MARCA
CECA / OFICINA
GALIENO
MARTI PACIFERO
A ]
Roma / Primera
GALIENO
PAX AETERNA AVG
Δ ]
Roma / Cuarta
GALIENO
SOLI CONS AVG
Δ  (ex.)
Roma / Cuarta
GALIENO
PROVI AVG
[ X
Roma / Décima
GALIENO
IOVI PROPVGNAT
XI ]
Roma / Undécima
SALONINA
FECVNDITAS AVG
[ Δ
Roma / Cuarta
      
 Figura 20. Marcas de officinae en monedas de Galieno y Salonina.
            

En cuanto a las de Claudio II podemos ver leyendas de monedas acuñadas en su segunda emisión realizada el año 269 en la capital imperial: AEQUITAS AVG (nº 18-20), AETERNIT AVG (nº 22 y 23), APOLLINI CONS  (nº 28 y 29), FELICITAS AVG (nº 30 y 31), GENIVS AVG (nº 34), IOVI VICTORI (nº 35), LAETITIA AVG (nº 36), MARS VLTOR (nº 37), PROVIDENT AVG (nº 43-46), VICTORIA AVG (nº 47-49) y VIRTVS AVG (nº 50). Posiblemente la leyenda AEQUITAS AVG (nº 21) pertenezca a su tercera emisión que podemos datar en el mismo año.
            El numisma de Quintilo -SECURITAS AVG- (nº 58) se adscribiría también a la ceca de Roma, más concretamente a su undécima oficina y al año 270 d. C.



EMPERADOR
REVERSO
MARCA
CECA / OFICINA
CLAUDIO II
ANNONA AVG
[ A
Roma/Primera
CLAUDIO II
GENIVS AVG
[ Γ
Roma/Tercera
CLAUDIO II
¿VIRTVS AVG?
[ Є
Roma/Quinta
CLAUDIO II
AEQVITAS AVG
[ ς
Roma/Sexta
CLAUDIO II
APOLLINI CONS
[ H
Roma/ Octava
CLAUDIO II
APOLLINI CONS
[ H
Roma/Octava
QUINTILO
SECURITAS AVG
[ XI
Roma/Undécima
DIVO CLAUDIO
PAX AVGVSTI
A ]
Roma/Primera
DIVO CLAUDIO
LAETITIA AVG
[ XII
Roma/Duodécima

Figura 21. Marcas de officinae en ejemplares de Claudio II, Quintilo y Divo Claudio.




Todo ello refleja de manera muy fiel los acontecimientos acaecidos durante estas décadas. Durante los reinados de Galieno, Claudio II y Quintilo la mayor parte de las monedas en circulación provienen de cecas oficiales radicadas fuera de la Península, en especial Italia, excepción hecha de alguna imitación de Galieno o Salonina elaborada en otro tipo de talleres no oficiales. Sin embargo, a partir de 270 el panorama cambia drásticamente, pues a partir de entonces se hace patente que el abastecimiento de numerario se obtiene principalmente de talleres locales o, en el mejor de los casos, de carácter provincial.


2.6. ICONOGRAFÍA MONETARIA.
A continuación examinaremos los distintos tipos de elementos iconográficos  que podemos encontrar en los anversos y, sobre todo, los reversos de estas monedas, sin duda mucho más variados, por cuanto junto a las leyendas y marcas de cecas se aprecian diversas deidades y personificaciones que iremos describiendo según el orden cronológico establecido por su pertenencia a uno u otro reinado.
Antes debemos recordar que estos motivos iconográficos responden a un meditado programa de propaganda política tendente a garantizar la confianza en el emperador en tiempos de inestabilidad, emperador que aparece haciendo gala de su fuerza militar y al que las legiones rinden plena obediencia, algo que no dejaba de ser una ilusión cuando el ejército era capaz de nombrar o destronar emperadores a su antojo (Blanco, 1986: 21). En otros casos las alegorías responden a intentos de afianzar una grandeza que menguaba. Ello explica que la Equidad, Felicidad, Seguridad, o Victoria, por poner tan sólo algunos ejemplos, sean conceptos ideológicos que aparecen reiteradamente en unos tiempos en los que la población se cuestionaba cada vez más esta aparente bondad estatal.
2.6.1.1. Anversos.
Las monedas de Galieno nos lo enseñan con barba y tocado con una corona radiada a derecha, portando coraza hasta en tres ocasiones. En el campo podemos constatar la leyenda GALLIENVS AVG, la cual aparece en sus numismas únicamente a partir del año 260 en el que reina en solitario tras la muerte de Valeriano (Hinojosa, 1995: 100-101).                
2.6.1.2. Reversos.
Podemos ver en ellos una amplia gama de figuras alegóricas, como la FIDES MILITVM, que Galieno incluyó por vez primera en las acuñaciones romanas y que se representa como una mujer que porta una lanza o cetro y estandarte, siendo claro que su introducción se debe a cuestiones de índole política a fin de afirmar públicamente que el emperador contaba con la plena fidelidad del ejército en un período en el que éste ponía o quitaba gobernantes a su antojo. Otras figuras son el dios Júpiter con el título de Defensor -IOVI PROPVGNATORI- que aparece como un joven barbado desnudo portando un cetro y un rayo, así como Marte Pacificador -MARTI PACIFERO- con una rama de olivo, y PROVIDENTIA AVG(vsti), ahondando en la seguridad que ofrece el emperador, la cual se simboliza con una figura femenina apoyada en una columna con cornucopia y vara que apunta a un globo. No olvidamos tampoco a la diosa Diana con la leyenda DIANAE CONS(ervatrix) AVG(vsti), acompañada de algún animal, en nuestro caso antílopes, junto a la alusión a Sol en SOLI CONS(ervatrix) AVG(vsti), con Pegaso saltando, motivos que dan nombre a la última emisión de este emperador conocida como la de los “animales” o la de los “bestiarios”, la cual se fecha entre los años 267 y 268 d. C. (Arroyo, 1982: 140).
Otro reverso alude a VBERITAS AVG(vsti), es decir, la Fertilidad, que se representa como una figura femenina con cornucopia y bolsa. Un tema que ofrece un claro matiz político es la Paz del Emperador -PAX AVG(vsti)-, en esta ocasión una mujer con rama de olivo y cetro, si bien hemos de indicar que una de ellas, en concreto la nº 9, podría ser una imitación de los originales.                      
2.6.2. SALONINA.
2.6.2.1. Anversos.
En estos ejemplares vemos la efigie de la emperatriz a derecha sobre un creciente lunar, alrededor de la cual se lee SALONINA AVG.
2.6.2.2. Reversos.
Se aprecian en ellos una figura de la Fecundidad -FECVNDITAS AVG(vsti)- que se representa como una matrona con cornucopia y un niño a sus pies, además de la Paz del Emperador, como señala la leyenda PAX AVG(vsti) en una moneda que parece ser una imitación.




2.6.3. CLAUDIO II EL GÓTICO.(IMÁGENES CLAUDIO II Y QUINTILO)
2.6.3.1. Anversos.
            Vemos el busto del emperador a derecha con la típica corona radiada, vestido con coraza en siete ejemplares y acompañado de tres posibles leyendas como son IMP CLAVDIVS AVG, IMP C CLAVDIVS AVG e IMP CLAVDIVS P F AVG.
2.6.3.2. Reversos.
            Algunos ya han sido comentados en casos anteriores, como sucede con la Fidelidad Militar, la Paz Augusta, o la Providencia. Otros motivos iconográficos son novedosos, como la ANNONA AVG(vsti), es decir, la Annona militaris o provisión de trigo realizada para las legiones por el estado (Pons, 2004: 1665-1668), todo lo cual se simboliza con una figura sobre una proa de navío con cornucopia y espigas, o la VICTORIA AVG(vsti) como personaje femenino alado que porta corona y palma, acompañada por una palmera en una ocasión.
Existen, igualmente, algunas imágenes de divinidades como Apolo, con la leyenda APOLLINI CONS(ervatori), portando una rama de laurel y una lira, instrumento que aparece apoyado sobre un peñasco, además de Júpiter Victorioso -IOVI VICTORI- con cetro y rayo, Marte Vengador -MARS VLTOR- con lanza y trofeo sobre sus hombros, el Valor del Emperador -VIRTVS AVG(vsti)- en la que también contemplamos a Marte sujetando rama y lanza con escudo a sus pies y el Genio Imperial -GENIVS AVG(vsti)- tocado con modius y sosteniendo una cornucopia y una pátera.
En otras se plasman varias alegorías que giran en torno a la figura política del emperador, como vemos con la aparición de la Equidad Imperial, AEQVITAS AVG(vsti), simbolizada por una mujer con una balanza y una cornucopia, así como en la Eternidad del Emperador, ejemplificada por la leyenda AETERNITAS AVG(vsti), donde la inmortalidad queda representada por el dios Sol desnudo con cabeza radiada y portando un globo terrestre en una de sus manos.   En la misma línea se sitúan la Alegría Imperial
-LAETITIA AVG(vsti)- personificada en una mujer apoyada en un áncora con una guirnalda, y la Felicidad -FELICITAS AVG(vsti)- cuyos atributos son la cornucopia y el caduceo.
    
2.6.4. QUINTILO.
2.6.4.1. Anversos.
En la única moneda que le podemos atribuir vemos el busto del emperador radiado, drapeado y con coraza con la leyenda IMP C MAVR C QVINTILLVS AVG.
2.6.4.2. Reversos.
            El ejemplar de este emperador representa a SECVRITAS AVG como una mujer apoyada sobre una columna y portando palma.

2.6.5.1. Anversos.
            Estas monedas nos muestran el busto radiado a derecha de Claudio II divinizado tras su muerte asumiendo el título de Divino, por lo que vemos la leyenda DIVO CLAVDIO. En ocho ocasiones el anverso no contiene dicha leyenda sino la de sus emisiones en vida: IMP CLAVDIVS AVG, con busto drapeado o con coraza, correspondiendo a la escasa tipología de híbridos existente y que en nuestro catálogo analizamos por separado dentro del apartado de reversos.
2.6.5.2. Reversos.
Los reversos de estas acuñaciones muestran principalmente altares y águilas con la leyenda CONSECRATIO. El altar en sus múltiples variantes aparece representado nada menos que 420 veces, el águila en 287 monedas y las figuras alegóricas en sólo siete ocasiones, además de un ejemplar incuso como vemos en el gráfico siguiente.

 

Figura 32. Porcentajes distribuidos por tipos.


Dentro del grupo de alegorías (figuras 32 y 39) (nº 59-65) podemos mencionar algunos reversos en los que se grabaron los mismos motivos que en las emisiones de Claudio II, como sucede con ANNONA, PAX AVGVSTI y CONSERV AVG (no recogidas en la serie II de RIC, Webb, 2001: 234-236), AETERNITAS, LAETITIA, PAX y P M TR PII COS PP, donde aparece el emperador con rama y cetro, junto a otro con la ya mencionada leyenda CONSERV(ator) AVG(vsti) y la posible figura de Serapis con cetro como protector del emperador.
Es interesante hacer notar la presencia de ocho monedas (nº 765-772) (figura 40) con reverso de ara, seis de ellas con guirnalda, en las que también se aprecia el uso de dos cuños de distinta naturaleza. En contraposición al grupo anterior, el anverso corresponde a las monedas emitidas cuando Claudio II estaba aún con vida, en tanto en el reverso el emperador aparece ya divinizado por medio de la leyenda CONSECRATIO. Estos híbridos conforman un grupo excepcional (RIC 259, Webb, 2001: 233) que hemos unido en el siguiente gráfico a la otra modalidad de hibridación, como son los anversos conmemorativos con leyenda DIVO CLAVDIO y reversos distintos del altar y el águila,  a los cuales ya hemos aludido y que documentamos en número de siete.


Figura 33. Frecuencia de tipos híbridos.

Mención aparte merecen las numerosas aras y águilas que encontramos, símbolos de los honores oficiales que recibió el emperador al ser divinizado (figuras 37 y 38) (Blanco, 1986: 21; Cayón, 1995: 1383). Los altares de consagración muestran bastante variedad, aunque siempre dentro de dos tipos básicos: los que se adornan con guirnaldas y aquellos en los que el interior del ara se ha subdividido en cuatro partes (figura 34). Así mismo, podemos enumerar alguna variante mixta con guirnalda y subdivisiones, otras que presentan de uno a tres puntos dentro de la guirnalda y una infinidad de diseños de la llama que corona el altar.

 
Figura 34. Porcentajes de los dos tipos básicos de altar.


 En cuanto al águila, que simbolizaba el tránsito del alma del emperador desde la pira funeraria hacia el cielo, cabe señalar que la mayor parte de ellas aparecen con las alas extendidas y giran su cabeza hacia la derecha, concretamente en 281 casos, mientras que sólo 6 ejemplares lo hacen en sentido contrario (figura 35).

 

Figura 35. Porcentajes de los tipos de águila.



La frecuencia de aparición del tipo del altar es siempre mayor que la del águila en los yacimientos norteafricanos y peninsulares comparados por Hiernard en su publicación sobre la numismática de Baelo Claudia (Hiernard, 1987: 76), patrón que puede extrapolarse igualmente al ocultamiento de Acevedo.

 
Figura 36. Porcentajes de reversos del altar y el águila en diversos yacimientos.



 
Figura 37. Divo Claudio. Emisiones póstumas de Claudio II. Tipos del águila y del altar.




Figura 38. Divo Claudio. Reversos del águila, altar subdividido y altar con guirnalda.



Figura 39. Híbrido con anverso DIVO CLAVDIO y reverso PAX AVG.




Figura 40. Híbrido con anverso IMP CLAVDIVS AVG y reverso de altar con guirnalda.



2.6.6. IMITACIONES DE TÉTRICO I Y TÉTRICO II. (IMÁGENES HIBRIDOS E IMITACIONES)

2.6.6.1. Anversos.
En estas imitaciones podemos apreciar sus bustos radiados a derecha, en el primer caso barbado. Aparecen las leyendas IMP TETRICVS P F AVG, IMP C TETRICVS P F AVG, IMP C C P ESVVIVS TETRICVS AVG para el primero, además de C PIV ESV TETRICVS CAES y C P E TETRICVS CAES para el segundo.            
2.6.6.2. Reversos.
            Junto a figuras ya mencionadas, como la Paz Augusta y la Providencia, cabe citar alguna burda imitación de las emisiones póstumas con reversos de altar y águila, junto a otra del tipo LAETITIA AVGG. En dos ocasiones se advierte la Salud con una pátera alimentando a una serpiente que tiene a sus pies. Citaremos finalmente la representación de la Esperanza del Emperador, SPES AVG(vsti) y SPES PVBLICA, simbolizadas por una mujer que levanta su túnica y sostiene una flor.

 
    
 
Figura 43. Distribución por reversos de las imitaciones de Tétrico I y II.



2.7. FECHA Y POSIBLES CAUSAS DE LA OCULTACIÓN.
            Una vez concluido el estudio monetario creemos necesario afrontar una cuestión en verdad complicada, como es la fecha y circunstancias que rodearon la salida de estas monedas de la circulación monetaria. Para establecer el momento inicial de esta acumulación cabe tener en cuenta la no aparición de antoninianos emitidos por Galieno durante su reinado conjunto con Valeriano I, de manera que resultan ser las últimas emisiones que aquel emprendió en solitario las que nos orientan en este sentido. Para ello, contamos con varias piezas correspondientes a la cuarta emisión de 266-267 junto a cuatro ejemplares que pertenecen a la serie del denominado “bestiario”, tres antílopes y un pegaso, dentro de la que fue quinta emisión de la ceca de Roma fechada entre los años 267-268 (Arroyo, 1987: 140). Un hecho a tener en consideración es la inexistencia de radiados de Aureliano, aclamado emperador en diciembre de 270, quien acuñó abundantemente además de acometer la reforma de esta denominación monetaria. La ausencia de tales piezas, muy escasas en Hispania, ha sido explicada a causa de su probable tesaurización debido a su mayor ley y peso (Ripollés, 2002: 210). En cuanto a las acuñaciones póstumas en honor de Claudio II debieron ser realizadas bajo el reinado de Quintilo y, sobre todo, de Aureliano.
Respecto a la fecha de un ocultamiento, es bien sabido que ésta viene dada por la datación que proporciona la moneda más moderna (Martínez, 1995-97: 120), extremo que en nuestro caso viene dado por las imitaciones de Tétrico I y II, lo que lo situaría en el año 273 de nuestra Era, o a lo sumo el 274 (Martínez, 1995-97: 143; Ripollés, 2002: 208). En consecuencia estos años se convierten en una fecha post quem para datar este ocultamiento del Cortijo de Acevedo. Es preciso tener en consideración, además, que a partir del 280 comienza a reestablecerse el circuito económico con moneda acuñada en cecas oficiales, lo que marca el progresivo declive de estas imitaciones (Centeno, 1981-82: 125). Por tanto, dispondríamos de un marco temporal comprendido entre esas dos fechas para situar el instante en el que se escondieron estas monedas.
Sin embargo, no cabe descartar que esta datación pueda retrasarse algunos años más si tenemos en cuenta la posible existencia de períodos de amortización para este tipo de piezas, aspecto en el que algunos autores han incidido en los últimos años. Ahora bien, es preciso reconocer que intentar dilucidar el período de tiempo que pudo transcurrir entre la fecha de emisión de una moneda y la del fin de su circulación es algo que se antoja harto difícil. Aunque es cierto que suele aceptarse una media estimada que puede representar no menos de una década con posterioridad al 273/274 (Martínez, 1995-97: 143), no debemos olvidar que incluso se ha llegado a plantear que estos antoninianos pudieron estar en uso hasta tiempos de Constantino I, ya bien entrado el siglo IV (Blanco, 1988: 1042-1043), algo que ha podido constatarse en Baelo, donde los Divo Claudio y los Tétricos circulan hasta esa centuria (Hiernard, 1987: 75 y 77), al igual que sucede en Itálica con monedas de Galieno y Divo Claudio (Chaves, 1982: 265). Así mismo, estudios realizados sobre materiales localizados en secuencias estratigráficas de distintos yacimientos de la provincia Tarraconense han puesto de manifiesto que estas monedas estuvieron en circulación durante un siglo, algo que se agudizaba aún más, si cabe, en lo concerniente a las zonas portuarias, tan necesitadas de un constante abastecimiento monetario (Lledó, 2004: 118).
También en otras zonas de la Península se ha detectado este hecho, tal y como ponen de manifiesto los descubrimientos efectuados en diversos puntos de la antigua Lusitania, como serían Conimbriga y Fiaes I (Centeno, 1981-82: 126, nota 37). En la misma dirección apuntan los hallazgos alaveses, si bien aquí el volumen de monedas encontradas es sensiblemente menor que en territorios situados más al sur. En concreto nos referimos a una moneda póstuma de Claudio que se amortiza a finales del siglo IV en Buradón, y a otra de Tétrico I en el depósito de Solacueva, fechado en el siglo V de nuestra Era (Cepeda, 1997: 273). Ya más cerca desde el punto de vista geográfico podemos comentar el caso de Malaca, donde se halló un ejemplar posiblemente de imitación de Claudio II en unas piletas que habían sido utilizadas desde el siglo III a la primera mitad del V (Mora, 2001b: 130). Igualmente los hallazgos efectuados en el norte de África confirman este hecho, según podemos comprobar en puntos como Autun y Announa (Callu, 1974: 530-531).
En consecuencia, es forzoso admitir que pudo transcurrir un período de tiempo relativamente amplio entre la fecha de la emisión de esta monedas y la de su ocultamiento, hecho que debe tenerse muy en cuenta al tratarse de una zona que se inserta en la circulación monetaria propia de la parte más occidental del Imperio (Blanco, 1986: 22). Todo lo expuesto nos obliga a admitir que estas piezas pudieron haberse depositado tanto en los últimos años del siglo III como las primeras décadas del IV, pudiendo extenderse su cronología incluso hasta más tarde.
Por otra parte, hemos de recordar que dilucidar las causas que expliquen por qué se escondieron estas monedas es una cuestión realmente compleja que debemos insertar en los múltiples acontecimientos que marcaron esta azarosa centuria. Ello se complica aún más si tenemos en consideración, como muy acertadamente ha señalado J. Arce (1986: 130) para los tesorillos del siglo IV, que en la mayor parte de los casos éstos no se esconden a causa de invasiones bárbaras o contiendas civiles, sino que responden a motivaciones de índole personal que se nos escapan por completo, extremo que en esta ocasión se agudiza aún más, si cabe, dada la carencia de un contexto preciso con el que asociar estas piezas.
Aún así, tal vez el examen de las características de las propias monedas, en realidad los únicos restos que tenemos capaces de facilitarnos datos al respecto, pueda permitirnos al menos intentar esbozar el tipo de causa que propició el que su propietario sintiese la necesidad de esconderlas. Como algunos autores han señalado (Hinojosa, 1995: 109), la enorme proliferación que alcanzaron estas monedas de tan baja calidad hizo que los ejemplares acuñados anteriormente con buena ley fuesen saliendo de la circulación debido a un proceso de tesaurización, como evidencian otros descubrimientos en los que, junto a estas monedas, se encuentran denarios de plata o bien antoninianos de mayor calidad. Así pues, y siempre con los datos disponibles, nuestro hallazgo cuadra mejor con aquellas acumulaciones de monedas de baja ley que obedecen a ocultamientos provocados por el miedo a alguna situación concreta, algo que suele ser más habitual en los depositados entre los años 265 a 280 (Hinojosa, 1995: 104). El corto período que abarcan estas emisiones, una veintena de años aproximadamente, hace que todas pudieran haber sido reunidas en vida de una sola persona que las habría ocultado con rapidez en las afueras de la villa.
El problema radica ahora en intentar establecer qué hecho concreto pudo motivar este suceso. Si contemplamos los acontecimientos que tuvieron lugar en esa fecha post quem, el año 273/274 d. C., podríamos pensar en una primera instancia en la segunda invasión bárbara que tuvo lugar tres años más tarde, máxime si tenemos presente que son justamente las ocultaciones y no las tesaurizaciones las más útiles a la hora de plantear sucesos bélicos (González, Abascal, 1987: 194).
 Ahora bien, el dilema estriba en que aún no está del todo claro si realmente existió esta segunda oleada de francos y alamanes. Aunque es posible citar defensores de la misma (Tovar, Blázquez, 1982, 139-140; Blázquez, 1978: 461-480), otros autores recuerdan la carencia de datos sobre ella en las fuentes literarias romanas, algo que no deja de ser bastante inusual, así como la falta de restos arqueológicos fiables que corroboren tal cuestión, máxime si tenemos presente que en esas mismas fechas fueron harto frecuentes las revueltas de campesinos alzados en armas (Mangas, 1982, 132).
Tampoco podemos decir que los tesorillos y depósitos monetarios en los que las últimas monedas correspondan a ejemplares de Tétricos parezcan avalar esta segunda invasión, ya que, además del ya mencionado ocultamiento de Corredoura, apenas podemos mencionar el caso portugués de Borba, la casa 3 de Clunia, donde se excavó un estrato de ceniza con un derrumbe encima, el de Sierra Pitillos (Martínez, 1995-97: 143), o el de la calle Arco de la Cárcel en León (Martínez, 2000-2001: 305).
Así pues, parece que debemos desechar la hipótesis invasionista para explicar este escondrijo, al menos si nos referimos a la supuesta segunda invasión bárbara, por lo que tal vez debamos pensar en algún hecho violento relacionado con bandidos, revueltas de campesinos o similares que habría acontecido en este territorio, inmerso como el resto del imperio en una serie de cambios que marcarían su devenir en las próximas centurias.